Alfonso J.
Vázquez Vaamonde | Unión Republicana
Avergonzado me he quedado al leer la carta que el Presidente del Ateneo
Español de México nos ha remitido al Ateneo. En plena reivindicación de la memoria
histórica seguimos con plena amnesia, salvo algunas asociaciones de hijos y
nietos de exiliados que saben seguir conservando la memoria de aquel drama
humano derivado del fracaso del golpe de Estafo fascista. Un fracaso que se convirtió en victoria
gracias a la ayuda de los fascistas italianos y los nazis alemanes, cuyos
ejércitos permitieron convertir el fracaso del Golpe de Estado en una victoria
contra la democracia y los derechos humanos.
Esta es una situación que sigue presente en los negacionistas que tan
airados se muestran todavía en el Congreso, como lo hiciera su “protomártir”, a
cualquier cosa llaman chocolate las patronas, cuya pertenencia al Ateneo nos
avergüenza por haber sido el autor ideológico de todos los crímenes cometidos por
esa panda de asesinos fascistas antes, durante y después del golpe de Estado,
patrocinador del “diálogo de los puños y
las pistolas”.
13 de junio, ¡jamás se me volverá a olvidar!, aunque sólo sea porque es el
día de S. Antonio, fue el día en que arribó el Sinaia en Veracruz con un cargamento lleno a partes iguales de
españoles tristes, pero llenos de alegría. 19 días de singladura muy dura por
el hacinamiento en el que iban donde la imaginación permitió aliviar esa
violencia organizando fiestas, conciertos, exposiciones artísticas,
cursos literarios, que hacía que el espíritu elevara las almas desde la sentina al tope de la chimenea.
Reflejo de esta oscilación lo fue el que fallecieran algunos de los
viajeros, pero naciera también una niña que fue bautizada con el nombre de Susana
Sinaia Caparrós, en agradecido recuerdo del barco que le salvó la vida. Con el alma por el suelo pero llena de ilusión habían
llegado a la que fuera la Nueva España que los recogía con los brazos abiertos
después de haber sido expulsados de la Vieja España que se estaba empezando a
cocer en su hedionda salsa fascista. Sólo por eso no se los merecía. La
esperanza, el deseo y la imaginación se hicieran dueña de ellos y se encarnó en
un mimeógrafo, ese viejo sistema que en su versión más moderna de los años 60 se llamaba ciclostil y hoy es ya una vieja pieza de museo, Enríquez
Calleja editó un periódico: “Sinaia.
Diario de la Primera Expedición de Republicanos Españoles a México”, con el
que se informó a los pasajeros de las circunstancias del viaje en adición a las
conferencias con lasque se orientaba a las familias y se les informaba cómo era
el país en el que iban a rehacer su vida. Donde iba a empezar su vida; otra
vez.
Siempre me llamó la atención el nombre de este buque y, seamos modernos, entré en Google,
¿dónde si no se puede encontrar esta información?, para saber su origen. Resultó
que fue un buque botado en Glasgow y que la madrina fue la entonces Reina de
Rumanía que le dio ese nombre; el de la
ciudad en la que está el castillo de Peles, su palacio real. Paradojas de la
vida, el Sinaia pasaría a la historia por haber salvado la vida a un puñado de
republicanos españoles.
No
fue el primero; hacía tiempo que México había abierto sus brazos a los
españoles demócratas con aquel primer recibimiento a los “niños de Morelia”; y
seguía con ellos abiertos en muestra de la eterna y fraterna acogida del
Presidente General Lázaro Cárdenas a los que llegaran en el Nyassa, Siboney,
México, Isere, Orizaba y Flandre. Desde Francia, esta vez desde el puerto de Sète, llegan en doble liberación
porque los libraba así de esa miseria de campos de internamiento en los que los había estado maltratando varios meses.
Este viaje, como
otros muchos, fue el resultado del esfuerzo del SERE (Servicio
de Evacuación de Refugiados Españoles o Servicio de Emigración de los
Republicanos Españoles) hecho en colaboración con el Comité Técnico de Ayuda a
los Refugiados Españoles (CTARE) creado en México y encabezado por el doctor José Puche Álvarez, cuyo objetivo era recibir, alojar, proporcionar
auxilio y distribuir a los inmigrantes por el territorio mexicano.
El SERE fue un organismo de auxilio a los republicanos exiliados fundado en París en febrero del
39 bajo la dirección de Juan Negrín. En julio de ese mismo año, ya terminada la
guerra, se creó la Junta de Auxilio alos Republicanos Españoles (JARE), en la
órbita de Indalecio Prieto. Su
presidente, Pablo de Azcárate, fuera durante la guerra embajador de España en Londres, si bien defacto dependía del ministro de Hacienda en el exilio, Francisco Méndez Aspe. En la preparación de este proyecto intervino muy
activamente el embajador de España en México, Félix Gordón Ordás.
Todos
estos españoles eran una buena y democrática representación del país. Entre
ellos había gente de toda condición y oficio y no, como algunos todavía creen, sólo
de intelectuales. Sin duda, estos fueron los que tuvieron más visibilidad, y es
lógico. Tras unas paradas en Madeira y Puerto Rico, sin poder bajar, pero si
recibir el cariño en forma de alimentos y dinero, tuvieron al llegar a Veracruz
un recibimiento multitudinario de los mexicanos que, sin duda, reconfortó su
corazón. Ignacio García Téllez, abogado y político mexicano que había sido Rector
de la Universidad Autónoma, los recibió en nombre del Gobierno en su condición
de Secretario de Gobernación; no pudo ser ni más cariñoso, ni más expresivo en
su amable sinceridad: “No os
recibimos como náufragos de la persecución dictatorial a quienes
misericordiosamente se arroja una tabla de salvación, sino como a defensores
aguerridos de la democracia republicana y de la soberanía territorial, que
lucharon contra la maquinaria opresora al servicio de la conspiración
totalitaria universal. El Gobierno y pueblo de México os reciben como a
exponentes de la causa imperecedera de las libertades del hombre. Vuestras
madres, esposas e hijos, encontrarán en nuestro suelo un regazo cariñoso y
hospitalario. ¿Cómo
se puede olvidar eso?".
México dio un ejemplo
a un mundo entregado servilmente a los caprichos de ese demente genocida
llamado Hitler. Ese mundo falsamente democrático que permitió, ¿con alegría?,
que aquella España pujante que la República estaba cambiando para convertirla,
¡una vez más!, en la España democrática que pudo ser y aún no es, no fuera. México
hasta 1942, cuando aún Alemania se creía la reina del mundo, siguió acogiendo
con ejemplar cariño fraterno a unos 25.000 ay 30.000 españoles que recrearon su
vida, naciendo así en México.
El Sinaia fue requisado por los nazis y
convertido en buques hospital. Su final fue triste,lo hundieron los alemanes en
Marsella para bloquear la entrada al puerto. Finalizada la guerra sería
reflotado y desguazado.
El Sinaia sigue
flotando en nuestros corazones. Y con él, el recuerdo del Presidente Lázaro
Cárdenas que tan honrosamente representó a todos los mexicanos. Este año, el
próximo 24 de octubre, iniciaremos la celebración del 200 aniversario de la
fundación del Ateneo de Madrid. El pasado 13 de junio de 1939 no recordamos,
¡nuestra ha sido la culpa!, el 82 aniversario de la llegada del Sinaia, ¡qué más
da que el 82 no sea un numero redondo! Es igual; el año que viene celebraremos
el 83; y al siguiente el 84, que tampoco son redondos. No necesitamos disculpas
numéricas para conmemorar aquel día en que la LIBERTAD, perdida en España, se
veía confortada por la IGUALDAD con la que aquellos españoles fueron recibidos
en México en un alarde de FRATERNIDAD inolvidable.
Alfonso J. Vázquez Vaamonde, afiliado a Unión Republicana y Secretario primero del Ateneo de Madrid.