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Golpismo y corrupción borbónicos


Alfonso J. Vázquez Vaamonde | Unión Republicana

Fernando VII fue el primero. El motín de Aranjuez fue un golpe de Estado, forzó a Carlos IV, su padre, a abdicar. Los españoles, ya entonces eran imbéciles, lo aplaudieron. Juan Carlos I se burló de los derechos hereditarios de su padre cuando recibió la finca que le regaló Franco, con todos los “animales de labor” como es habitual. También Felipe VI obligó a abdicar a Juan Carlos I para que fuera verdad “me he equivocado, no lo volveré a hacer”; pero siguió. Y ahora nos quiere engañar –ya hay millones – con que no acepta su “herencia económica” ¿caso no es económica la herencia por la que cobra todos los meses de los PGE su “sueldo” de Jefe del Estado a la que o renuncia ni renunciará porque esa es la ética familiar tradicional? como han hecho con Juan Carlos I que le hizo el mismo corte de mangas a su padre ¿el legítimo heredero de la nada? 

Napoleón le exigió a Fernando VII que le devolviera el trono a su padre y tras esa devolución Carlos IV le cedió “la finca con sus animales de labor” y todos sus derechos a cambio de un castillo en Francia y unas rentas saneadas para poder seguir toda la vida sin hacer nada. Fue una buena oferta; si no hacia nada, se garantizaba que no harían nada malo. No es poco. 

Napoleón nombró rey de España a su hermano José I que lo era de Nápoles. No fuera mala solución; de Nápoles viniera otro rey, Carlos III, el mejor de todos los borbones. El pueblo, bajo la antidemocrática presión de la iglesia y de los caciques se opuso a José I. Parte de los progresistas se unieron a ellos aquejados de patriotismo. ¿No cambio de dinastía el rey cuando vino Felipe I de Holanda; Felipe V de Borbón de Francia, Amadeo I de Saboya; ¿por qué no José I Bonaparte? Ese grupo de progresistas equivocados aprobaron la Constitución de 1812 y le ofrecieron a Fernando VII ser rey constitucional. 

Fernando VII de Borbón reincidió como golpista. Sus descendientes lo llevan ya en la sangre. Le apoyó el general Elio y la iglesia antidemocrática. El pueblo, otro error, se negó a jurarla; substituyeron los caballos de su carroza por unos burros, ellos mismos, gritando “¡vivan las caenas! Hoy sigue habiendo millones de burros dispuestos a repetir el espectáculo. Fernado VII asesinó a los que le ofrecieron el reino que no lograron escapar de España. 

Además de golpista fue perjuro; veremos que eso se hereda. La reacción ante su dictadura absoluta en 1820, año en que se fundó el Ateneo, juró la constitución de 1812 para conservar “la finca y los animales de labor” y dijo “caminemos todos y yo el primero por la senda constitucional”, mientras empezaba a preparar su tercer golpe de Estado. Tres años después los 100.000 hijos de S. Luis le devolvieron la dictadura absoluta; volvió a asesinar a todo el que no tuvo tiempo de escapar. 

Isabel II fue reina golpista por herencia. Empezó siendo simpática y popular. Cuando se acredito su rijosidad y los “negocietes familiares” de su madre - ¿qué les recuerda eso? - los españoles, todavía teníamos algo de dignidad, la pusieron en la calle. ¿Lo haremos ahora?.

Se buscó un rey electivo, Amadeo I de Saboya, demasiado inteligente para aquel país. Se fue diciendo cortésmente “¡que os acabe de criar vuestra madre! Llegó la I República democrática, la que debió llegar en 1812. Otro golpista, el General Pavía, acabo con ella sin dejar ni que se votara la I constitución democrática de España. Y otro golpista, el General Martínez Campos impuso al golpista Alfonso XII de Borbón. Murió tan pronto que dejó buen recuerdo porque no tuvo tiempo de hacer mucho daño. 

Alfonso XIII fue rey golpista por herencia. Para tapar sus turbios negocios con las minas del Rif, las que provocaron la guerra de Marruecos y el desastre de Annual se dio un autogolpe. El General Primo de Rivera, para huir de las responsabilidades, porque sabía que no le bastaría su “inviolabilidad”. Unas elecciones municipales lo pusieron en la calle. Como a Isabel II; también se le permitió huir sin ser juzgado con todo lo que “afanara”. La guillotina fue un invento francés. Seria enjuiciado y condenado en rebeldía por los tribunales de justicia por traidor a la patria, y privado de todos sus “derechos” (¿) como se hiciera con su abuela. 

Juan Carlos I fue el último rey golpista. Lo impuso el General Franco que imitó al golpista Fernando VII y le hizo un corte de mangas a los “derechos dinásticos” de su padre. ¿Cómo se nos pide ahora que respetemos algo nada respetable que él tampoco respetó? 

Juan Carlos I, como Alfonso XII, parecía simpático aunque juró que atropellaría nuestros derechos como seres humanos. Autorizó, estando aun Franco vivo, la secesión de dos provincias españolas del Sahara. Al menos Florida se vendió a los americanos pero esas dos provincias se las dio gratis a Hassan II, con todos “los animales de labor”; fue el precio que pagó a los EEUU para que apoyaran su régimen no democrático. 

Tuvo que abdicar cuando aún no conocíamos todas sus sinvergonzonadas. Ahora que es notorio que es rijoso y ladrón como todos se dice que es inviolable. ¿Lo sería también si se descubriera que se dedicaba a la pornografía infantil la pederastia y financiara a las putas del polígono Marconi de Madrid? Me temo que habría muchos que contestarían si a la pregunta. 

Felipe VI es el tercer rey golpista por herencia personal, como Isabel II y Alfonso XIII. Es curioso que desde la inauguración de la saga golpista por Fernando VII, al rey golpista por herencia el pueblo lo pone en la calle. Pasó con Isabel II; pasó con Alfonso XIII; ¿pasará con Felipe VI? Tiene todas las papeletas; la solución del autogolpe no le sirvió ni a su bisabuelo, ni a su tío en Grecia. El Presidente del Gobierno se plantea revisar la inviolabilidad”, esa norma inconstitucional que atropella el art. 14, ¡una vez más! El Vicepresidente dice que es inaplicable; una Diputada de Podemos ya ha pedido directamente la abdicación. 

Naturalmente los herederos ideológicos del fascismo exigen que se defienda al rey golpista por herencia y al golpista directo sacrificando la “democracia” a su bienestar personal. A ellos les parece bien todo lo que sea corrupción; por citar sólo los más famosos ahí tenemos los casos Bárcenas, Casado, Gran Alacant, Gürtel, con sus 10 variantes sedes, IVIMA con la venta de viviendas de protección oficial a fondos buitre para expropiar a los inquilinos, Lezo con sus siete variantes, Púnica con sus tres variantes, Rato, con sus dos variantes, etc., etc. 

Si la historia se repite nunca hubo tres borbones golpistas seguidos siendo Jefes del Estado, siempre acaban volviendo tras otro golpe de Estado: Alfonso XII, Juan Carlos I, salvo que a la tercera vaya la vencida; a Isabel II y a Alfonso XIII los puso el pueblo en la calle ¿pondremos a Felipe VI? De todos modos acabaron volviendo Alfonso XII, Juan Carlos I. 

Algunas televisiones, rara avis, son claras; otras, como las radios y prensa escrita o “ni están ni se la espera” o apoyan ese fraude de la Inviolabilidad a la espera, de que termine de cocerse en un tribunal de justicia la “legalización” de la corrupción haciendo juegos malabares con las palabras como nos enseñara Benavente en sus “Intereses creados”. 

Apenas algunos periódicos digitales se oponen a la continuidad de este régimen golpista heredado. Pero si lo hacen es para pedir un erróneo referéndum sobre la monarquía. ¿Pretenden así “legalizar” la corrupción real? Eso decía el PP cuando volvía a salir elegido tras una corrupta elecciones generales y autonómicas: “el pueblo me ha indultado la corrupción”. 

El esperpento borbónico valleinclanesco no ha hecho más que empezar.

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